Evelyn y Clari

Dicen que Clari se parece muchísimo a Clara, que son iguales. No en el mismo estilo, porque a Clara siempre se la ve impecable. Es una mujer que llama la atención por donde pasa. Mi Clari es descuidada en el vestir, aunque cualquier cosa que se pone le queda que ni pintada y, desde que está en su mano, no hay quien le haga poner faldas o tacones, y por supuesto no se maquilla, ni deja crecer las uñas. Huele a colonia de bebés, y a limpio. Tiene mucho encanto. En eso saca la herencia de su abuela. Es alta.  Más que ella y, por supuesto, más que yo. En mi caso no se sabe bien a quien he salido, sólo la estatura, que es más o menos la que tiene Nines. Por mi parte, llevo el pelo largo y me pongo la ropa que me hace femenina. Tampoco me maquillo. Mis madres no son de maquillarse. Las únicas pinturas que hay en casa son las de los pinceles de Michelle. Ella sí que es alta. La más alta. Tanto como Edu.  Es muy delgada y de cadera estrecha. Siempre viste bastante masculina. Incluso le gustan los tirantes y las corbatas. Su pelo totalmente blanco, corto y sin teñir. Nines es femenina en gestos y vestimenta. Siempre corta su pelo a media melena. Es morena. Más que yo. Y sus caderas son redondeadas y hermosas. Parece más joven. Es jovial. Muchas veces le dicen si somos hermanas.
Clari parece emular a Domi en muchas de sus actitudes. Me tiene coladita, aunque disimulo para que no se lo crea demasiado.
Tontea con las chicas, y eso me revienta, aunque no lo demuestro. Es coqueta a más no poder. Tiene mucho éxito entre las de ambiente. Cuando viene, las tiene revoloteando a su alrededor.  Me llaman para quedar y poderla ver. Me aguanto. Tengo que respetar el propósito que nos hicimos siendo unas crías. Juramos que estaríamos abiertas a toda experiencia sexual y amorosa, y que siempre nos tendríamos la una a la otra. Que no nos casaríamos bajo ningún concepto, y que si teníamos hijos, lo haríamos solteras, sin revelar quien es el padre, para evitarnos complicaciones. Ella, entonces, estaba muy resentida con la separación de sus padres, y yo no entendía, ni entiendo, por qué tienen que firmarse papeles en una relación que está expuesta a tantos cambios, y que dificulta la libertad personal.
Ella no se molestó cuando me vio emparejada. Entonces pensé que lo nuestro era fraternal. Me di cuenta de que no era así, un día que la encontré enfrascada en una conversación con una compañera de estudios. Sentí que el estómago se retorcía al verlas gesticular. Me sentí excluida. Tanto, que me di la vuelta, y salí de la cafetería de la facultad. Había ido a darle la sorpresa, y la sorpresa me la llevé yo. Ellas ni cuenta se dieron de mi presencia.

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