Pulsiones

5 de mayo

Aislarse es inevitable. Es parte de un proceso del camino vital individual.
A veces pienso que desde siempre me acomodo con la gente, si coincido. Hablo con ella de manera amigable.
Dejó mis frustraciones para horas bajas y apenas saco a la superficie algunas espurnas indeseadas.
Tengo una vida rica de mí. La gozo y la duelo.
Hacer estas actividades, como leer y escribir, o decidir sobre aquello que hoy hemos comido, simplifica y amansa las horas de un cuerpo en casi continua queja. Escucho sus ecos e intento darle descanso y cuidarlo.
Hoy usé el horno. Ayer salí en la compra con un par de berenjenas en bolsa de maya.
Esas mayas las uso de esparto para fregar,
Hicimos una compra necesaria.
Íbamos con la lista de lo que vamos anotando en una pizarrilla blanca anclada a la puerta de la nevera.
Media berenjena cada una, y filete.
Aprovechando, manzanas asadas que hemos comido más tarde.
Hoy pasé la mopa. Quitar el polvo es un palo. Tocaba. No por ser domingo, sino porque ayer pensé en hacerlo y lo descuidé.
Tengo a L con la rodilla que no le acaban de curar.
No me pesa. Voy a mi ritmo, que no es mucho.
Ayer volví a reservar el libro que voy leyendo al tiempo que otros.
Ha habido algún momento en que he estado a punto de abandonar, pero como está disponible sigo.
He leído un poco.
Esa lectura es muy distinta a la de otros. Cada obra tiene su pulso. Y yo también.

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